Temblores
Por fin di con un traumatólogo que me trató como una persona. Fue el tercero de una lista que hasta ahora venía padeciendo. El tipo me miró el pie sano, me miró el pie roto, me preguntó por qué estaba asustada, escuchó de principio a fin cada uno de mis temores ridículos (ah, la imaginación) y me dijo que en una semana podemos empezar por retirar la bota de mi pie y que en algún momento voy a poder volver al tenis: mi capricho, mi entretenimiento y mi descarga. "Tiemblan Serena y Azarenka" dijo el tipo al despedirme, y me palmeó el hombro. Me fui renguísima pero contenta; alguien me vio.
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