sábado, 10 de abril de 2010

Dónde van las hormigas cuando cierra un diario (o casi)

Después de escribir hasta torcerme los tendones
y sentir las yemas ni siquiera en llamas:
perdidas
idas
y hacer cuentas:
así pasó el cuarenta y cuatro por ciento de mi vida
haciendo en el teclado ruidos, ruiditos
de hormiga
pesadillas de pulga
después de eso pienso:
¿para qué?
para qué
realmente: para qué.
Quién se tragó esa tinta chica y dónde la dejó
cagada
en qué montículo de mierda
en qué resto está todo lo escrito
Y más: dónde va a quedar
lo que no escriba.