sábado, 23 de febrero de 2013

Tun tun tun tun tun tun tun tun

Ayer me hice una resonancia. Nada grave. Lo que me preocupaba en realidad era el encierro, porque soy un poco claustrofóbica. Algunos me sugerían clavarme un cuartito de clona, pero no quise. Entré a la sala, me acosté y me puse unos cascos para el ruido. Cerré los ojos antes de entrar al sarcófago y me prometí no volver a abrirlos hasta que alguien me tocara el hombro. En algún momento empezaron los ruidos: sincopados, violentos, sintéticos. Secos. Primero imaginé que estaba en una rave. Después me vi bailando en una tribu africana bajo los efectos de una planta alucinógena. Después pensé que yo era una actriz secundaria en la película Pi. Y finalmente sentí el hombro: alguien me hablaba. Me había dormido despierta, pero con los ojos cerrados. La imaginación me salvó.

martes, 5 de febrero de 2013

Lo que se salva y lo que no


Gerardo Mindlin (4/3/22 - 4/2/13)


Ocho años atrás le dije
lo de mi embarazo
y mi abuelo Tata se llenó de cosas
que no pudo nombrar
y me agarró la cara con las dos manos 
y me dio 
un áspero beso en la boca. 

Ese beso 
(un sello atávico
indeleble:
un destino)
es lo que me queda ahora. 

Todo lo demás murió esta tarde.